En la población ya ninguna madre corre a esconder su hijo, escruta aterrada el horizonte. El cañón hace tiempo que ya no ruge. Su plomo descansa felizmente oxidado. Palomas y gaviotas se adueñaron de todas las almenas. El grueso granito defensivo está rodeado de jardines y flores. El jubilado lee tranquilamente una novela de amor, donde el general planeaba la guerra necesariamente cruel. En las garitas defensivas no encontramos ningún soldado saltando, aterido de frÃo. Cederán incluso los tambores lejanos, los que ahora retumban en los telediarios. Ucrania, Siria, Palestina... ascenderán por otras razones a los titulares. Las guerras callan, la humanidad amanece, a la orilla del mar, también tierra adentro. Mejor ahorrar ese fatalismo de que la historia no avanza, de que estamos peor que antes. Mejor dar gracias a Dios, porque el Plan divino nunca se detiene, porque de forma lenta pero inexorable el humano progresa hacia su alto ideal, hacia su superior destino de comunión con todos sus congéneres, de veneración de la entera Naturaleza. * En las imágenes del paseo que dimos ayer por el fuerte y el litoral de Oleiros se puede apreciar diferentes esculturas y motivos de sensibilización en defensa de la Naturaleza. Desde el monstruo construido con los materiales de desecho encontrados en la playa cercana, hasta el pájaro cubierto de cinta negra simulando "chapapote" Coruña 15 de Febrero de 2022 |
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